La cocina española y la baraja española de Fournier van de la mano.
Se tiende a localizar el origen de la baraja española en un modelo otomano, a su vez una evolución de un modelo persa, a su vez probablemente de origen chino o indio. Sin embargo, desde hace varios siglos se percibe como algo típicamente español. Los juegos de cartas nos acompañan durante toda nuestra vida. Desde pequeños nos ayudan a mejorar las cualidades psicomotrices, incrementan la sociabilidad, el control numérico y la capacidad de asimilar éxitos y fracasos. Después de la cena es el mejor
momento para jugar con ellos ya que esta actividad relaja antes de dormir.
En la adolescencia y en la universidad, nos ayudan a relacionarnos y consiguen entretenernos durante horas de la forma más económica en la cafetería de las universidades con un buen bocata de tortilla. En la mediana edad, nos proporcionan increíbles tardes con las amistades y familiares, en torno a una sobremesa después de la comida o la cena.
En la vejez, se convierten en el mejor compañero para llenar satisfactoriamente las múltiples horas de ocio, manteniendo la cabeza activa, lúcida y estimulando la actividad cerebral y la memoria.
Vivimos en una sociedad tendente a la individualización. Las relaciones humanas se ciñen a círculos cada vez más reducidos. Cada vez más, los juegos de naipes simbolizan la diversión grupal y el placer. Algo parecido pasa con la cocina española, tan en auge ahora en su versión vanguardista pero también en su versión más sencilla de la típica dieta mediterránea. Nuestra aclamada dieta, al igual que los naipes, se nutre de influencias fenicias, árabes, judías, francesas…
Por ello hemos creado una baraja que refleja las similitudes entre ambos mundos reflejando en los palos la gran materia prima con la que contamos en España. De ahí que los oros se hayan convertido en naranjas. Las copas no podrían ser otra cosa que el vino y las espadas en nuestro gran pescado. Y, por supuesto, los bastos no podrían ser otra cosa que un buen jamón.
De aquí la idea de crear una baraja de la cocina española, muy apetecible, muy global y muy española a la vez, como nuestra propia baraja Fournier.
Ilustrada por Silja Götz
Silja Götz es una ilustradora alemana afincada en Madrid que trabaja para clientes como “The New Yorker”, “Die Zeit”, “Vogue”, “Penguin Books”, “Planeta” o “Estrella Damm” entre otros. Parte de su trabajo ha sido publicado en diversas antologías de ilustración contemporánea, siendo considerada una de las grandes ilustraciones contemporáneas a nivel mundial. La presente baraja es fruto de su amor por España y su
cocina, así como por las ilustraciones seriadas.
¿Qué ha supuesto para ti ilustrar una de las barajas para el 150 aniversario de Heraclio Fournier?
Un juego de cartas es un proyecto de ensueño para cualquier ilustrador. Tiene cierta complejidad ilustrar cartas que forman 4 familias con 10 unidades, que a la vez se parecen y se distinguen a primera vista. Trabajar sobre un original con tanta tradición que ya es bien cultural además es un reto. No lo debes destruir, pero a la vez necesitas innovar y darle tu estilo personal. He pensado mucho en la jugabilidad de estas cartas, tal vez el criterio más importante de todos.
Explicación de tu propuesta. Proceso o lo que has intentado comunicar.
La baraja española está anclada a esta tierra, y ¡qué mejor representa a una tierra que su cocina! El primer reto era traducir los cuatro colores oros, bastos, espadas y copas en equivalentes culinarios. Los oros se convirtieron en naranjas. España exporta y consume mucha fruta y las naranjas de España son famosas en el mundo además de atractivas como dibujo. Los bastos están representados por embutidos, sobre todo el jamón que sigue siendo el orgullo de la península y no podía faltar. Las espadas bien podían
haber sido cuchillos varios, pero prefería introducir el mar con su pescado y marisco. Una sardina tiene al fin y al cabo el brillo y la forma de una pequeña espada. Las copas siguen siendo copas, pero de cristal y llenos de vino, que abunda en España desde Jerez hasta La Rioja.
Una vez aclarado los colores empezaba a investigar en la historia de la cocina para encontrar mis 4 reyes. Tenía claro que quería paridad entre hombres y mujeres y no tenía problema en encontrar las candidatas femeninas.
Por supuesto Simone Ortega tenía que ser una de ellas, dado que su libro de 1080 recetas está en casi todas las casas (o debería). María Mestayer de Echagüe le precedía en eso de escribir sobre la cocina y cómo yo tenía su libro “La Cocina Completa” en casa empecé a investigar y me encontré con una vida digna de película. Con su restaurante en Madrid que abrió justo antes de estallar la guerra civil ha escrito no solo historia culinaria. Ferran Adriá no podía faltar porque representa la vanguardia, esta nueva onda de entender la comida como arte. Pero aún más necesario me parecía introducir al “influencer” medieval conocido en Andalusía como Zyriab (Abú al-Hasan).
En la temprana edad media muchos avances culturales venían de oriente medio, y la influencia árabe y judía en nuestra cocina está presente hasta hoy en día. No hay retratos fidedignos de él, así que su aspecto es fruto de mi imaginación.
Quería con esta baraja crear algo bonito que invita a jugar y a la vez a curiosear y pensar sobre la tradición de nuestra cocina. ¡Y si se usa para jugar en un bar con una copa de vino y un pincho de tortilla habré logrado mi propósito!
En 2020, Fournier cumple 150 años.
Durante sus primeros cien años, Naipes Fournier fue una empresa eminentemente familiar. En 1870 Heraclio Fournier fundó un pequeño taller de impresión en los bajos de la Plaza Nueva de Vitoria. Su espíritu innovador le llevó a incorporar las últimas técnicas de impresión y ampliar su negocio en un importante emplazamiento en la calle Manuel Iradier. Visionario en su tiempo, tras un comienzo próspero usando métodos de
impresión innovadores, en 1877, solicitó a un profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, D. Emilio Soubrier y al pintor Díaz de Olano, el diseño de una baraja de cartas. Este momento marca un antes y un después en la historia de la compañía ya que esta baraja de cartas es el preludio de los actuales naipes españoles. A principios del siglo XX Fournier logró ser tan influyente que el recorrido del ferrocarril se desvió por esta calle para dar soporte a la fábrica. En esa época, el empresario se convirtió en el precursor de la modernidad e introdujo el teléfono, el coche e incluso el
avión en Vitoria. Tras Heraclio Fournier, su nieto Félix Alfaro cogió el timón en 1916. Coleccionista de arte, el sucesor logró el empujón definitivo de la firma, además de conseguir que cada palo y cada carta de la baraja española se convirtiesen en marca registrada. La familia Fournier Alfaro es la responsable de que Vitoria se haya hecho famosa como capital mundial del naipe, y cuente con uno de los pocos museos temáticos de cartas que hay en el mundo, hoy gestionado por la Diputación de Álava.
En el mundo, se abre una baraja de Fournier cada segundo y medio y muchas de ellas con el nombre de Vitoria.
Hoy en día, esa baraja sigue fabricándose con éxito y ha sido nombrada como un icono del diseño vasco y español de todos los tiempos, siendo considerados la referencia mundial del naipe. Seguimos siendo los fabricantes de esa baraja de cartas que tienes en casa, que sale de aquí en Legutiano a más de 70 países de todo el mundo. Cada detalle de la baraja de cartas fue creado por maestros artesanos y artistas expertos en técnicas de impresión. Aún hoy sigue siendo así. No en vano, la mayoría de los hogares
tienen una baraja de cartas y de entre esos, el 95% es Fournier. En la década de los 90, y con el objetivo de convertirse en los líderes absolutos del
mercado de juegos de mesa, Fournier se integra en la USPC para conformar la empresa con los mejores naipes del mundo, con marcas como Bicycle™, Fournier®, Kem ™, o Bee™.. Desde entonces, su cuota de mercado supone más del 35% del mercado global de naipes. Hoy en día Fournier es sinónimo de calidad, de servicio, de seguridad y durabilidad, y bajo esos parámetros seguimos trabajando para aportar ilusión a las reuniones
sociales, métodos de aprendizaje a los niños, seguridad a los casinos y proyección a las empresas bajo el lema 150 Años Jugando Juntos.